Desde el principio de su historia, los furgones y furgonetas han sido desarrollados para ser los perfectos compañeros de trabajo. Sus grandes espacios de carga permiten transportar grandes y pesadas mercancías o, en las versiones de transporte de pasajeros, permitir llevarlos de un punto A a un punto B con total comodidad.
Sin embargo, la historia del automóvil algunas vez ha permitido disfrutar de algunas “locuras” que han hecho las delicias de los más aficionados. Son locuras por el simple hecho de que, a priori, su practicidad es completamente nula.
¿Qué pasa si pones un monstruoso motor en el compartimento de carga de un furgón? Sí, será potente y sus prestaciones serán escandalosas… Sin embargo, la practicidad para la que ha sido desarrollado un furgón desaparecería por completo: el motor no dejaría espacio para cargar mercancías y, en caso de poder cargar algo, la temperatura que desprende el motor acabaría echando a perder cualquier paquete, por no hablar de los consumos…
Pese a todo esto, marcas como Ford apostaron en algún momento por presentar prototipos de furgonetas deportivas con potencias superiores a las de muchos superdeportivos y una estética que hace discreto incluso a un Fórmula 1.
Hoy vamos a aprovechar para hacer un breve repaso por las furgonetas más potentes de la historia, esas creaciones que, pese a no tener ningún sentido, han conseguido grabarse a fuego en la historia de la automoción.
Estas son las furgonetas más potentes de la historia
GMC Vandura
Estados Unidos y el término de potencia van de la mano, por lo que no es de extrañar que nuestras cinco protagonistas de hoy pertenezcan al país de las barras y las estrellas.
La GMC Vandura contó con tres generaciones, siendo la última la que más años permaneció en el mercado y, sobre todo, la que se vistió de negro y rojo para ser una protagonista más del famoso Equipo A.
Esta “Muscle Van” contaba con un sediento V8 de 7,4 litros que desarrollaba 255 CV y 522 Nm de par. A pesar de su respetable cifra de potencia, su elevado peso y, sobre todo, una lenta transmisión automática de 3 velocidades, hacían que la GMC Vandura no fuera especialmente rápida.
Ford Supervan 1
Ford ha sido prácticamente la única marca que ha visto con buenos ojos el hecho de desarrollar furgonetas de alto rendimiento. Obviamente, nunca se han fabricado en serie, y es que como hemos explicado, no tienen ningún sentido práctico. Sin embargo, han servido para demostrar que este tipo de vehículos también pueden ser muy rápidos.
El primer prototipo de la familia Supervan se basó en la primera generación de la mítica Ford Transit, cuya generación actual ofrece una variante digna de formar parte de nuestra lista de los furgones más grandes del mercado.
Pese a que la estética era la de una Transit con una severa dieta a base de anabolizantes, bajo la piel de esta superfurgoneta había nada más y nada menos que un Ford GT40. Su chasis pertenecía al superdeportivo americano que tantas alegrías estaba dando a la marca del óvalo y, lo mejor de todo, su V8 de 5.0 litros bramaba sin compasión bajo la carrocería de este furgón tan especial.
¿Sus prestaciones? Era capaz de dejar atrás a la gran mayoría de deportivos de la época, y es que era capaz de hacer el 0 a 100 km/h en 7 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 250 km/h.
Ford Supervan 2
Después de los reconocimientos y los aplausos que Ford recibió por haber desarrollado la primera “superfurgoneta” de la historia, los de Detroit se aventuraron a trabajar en una segunda versión aún más radical.
El concepto seguía siendo el mismo, un esqueleto de superdeportivo con una piel de furgón de reparto ultra musculado. Trece años después, en 1984, Ford puso en el asfalto de Donington Park la Supervan 2, que utilizaba el chasis del Ford C100 con el que la marca competía en las carreras de resistencia.
Tras sus asientos, contaba con un salvaje motor V8 de 3.9 litros desarrollado por Cosworth, una mecánica prácticamente idéntica a la que se montaba en varios Fórmula 1 de la época. Con estos componentes “pata negra”, esta Ford Transit tenía cerca de 500 CV de potencia y sus cuadradas formas eran capaces de alcanzar los 300 km/h.
Ford Supervan 3
Como dice el refrán, “no hay dos sin tres”, por lo que Ford tenía que poner la guinda al pastel a esta saga tan loca de superfurgones. Aprovechando la ya más moderna tercera generación de la Ford Transit, se reciclaron gran parte de los elementos de la anterior entrega y se revistieron con la redondeada carrocería de la nueva generación.
Pese a que el chasis seguía siendo el del Ford C100, los ingenieros decidieron montar un motor V8 de 3.5 litros también desarrollado por Cosworth. Esta mecánica, mucho más moderna que la anterior, aumentaba su potencia a unos impresiones 730 CV capaces de estirar hasta las 13.000 rpm.
Pese a que la potencia había alcanzado una nueva dimensión, los continuos fallos en la mecánica hicieron que Ford sustituyera el enorme propulsor por un discreto V6 de 260 CV sacado directamente de los Ford Scorpio que tenía la marca en los concesionarios.
Ford Transit XJ220
La historia de esta Ford Transit es quizá la más especial de todas, y es que sólo sus llantas y sus dos colas de escape hacen pensar que bajo esa carrocería de batalla larga hay algo diferente a las unidades que vemos aparcadas en los mercadillos.
Jaguar aprovechó el éxito de ventas de la tercera generación de la Ford Transit para utilizarla como base para desarrollar el motor del que sería su deportivo más radical, el XJ220. De esta manera, podrían hacer kilómetros con él sin llamar la atención entre el tráfico británico.
Por ello, bajo la piel de esta Ford Transit, habitaba un V6 de 3.5 litros animado por el rabioso soplido de dos turbocompresores que disparaban la potencia a 550 CV. Tras ser una parte fundamental en el desarrollo del Jaguar XJ220, está furgoneta fue abandonada en un cobertizo hasta que los chicos de Don Law Racing la restauraron y potenciaron su motor hasta los 640 CV aunque, eso sí, respetando su esencia de lobo con piel de cordero.